Dark Wings... and forbidden dreams
La luz me atravesaba los párpados, una luz tan
brillante que me obligó a taparme los ojos con la mano. Empecé a oír una voz
que me llamaba:
-Diana... Diana... DIANA!!!!
Me levanté de la cama de un salto, y vi a mi
mejor amiga Tina al lado de mi cama con el uniforme del instituto puesto, y
cara de estar empezando a enfadarse.
-Llevo mucho rato intentando despertarte, si
no te apuras llegaremos tarde a clase!
Me empecé a vestir medio dormida, y Tina tuvo
que avisarme de que me estaba poniendo la camisa del revés, que si no yo no me
habría dado ni cuenta. Fui a lavarme la cara, y cuando volví a la habitación,
de repente me di cuenta:
-Tina! Pero que haces tu en mi habitación?!-
grité, y ella puso cara de paciencia.
-A ver, tú que crees? Me dejó pasar tu hermano,
que al no conseguir despertarte me dejó a mi que te viniera a levantar.
-Ah, y dónde esta ahora?- realmente estaba
tan dormida que mis neuronas estaban en OFF, y empezaba a gastar la paciencia
de Tina.
-Adonde va a haber ido? Pues a trabajar,
claro! Y ahora date prisa que hoy tenemos Historia Celestial y ya sabes como se
pone el profesor si llegamos tarde!- ya se estaba empezando a enfadar, así que
tuve que hacer un esfuerzo enorme por comprender lo que me acababa de decir y
acabar de arreglarme rápido.
Antes de salir de casa, cogí el almuerzo que
me había dejado preparado mi hermano (es muy buen cocinero) y lo guardé en mi
bolsa. Entonces cerré la puesta detrás de mi y salimos volando hacia el
instituto desplegando nuestras hermosas alas blancas.
Llegamos justo a tiempo, y entramos en clase
cuando todo el mundo empezaba a ocupar sus asientos. Las dos primeras clases,
Historia Celestial y Purificación de Almas, se me hicieron eternas, mientras
miraba por la ventana el instituto de al lado, que era solo para demonios.
Desde tiempos inmemoriales, ese instituto y el nuestro habían sido rivales,
porque cada uno está en un lado de la frontera entre el cielo y el infierno, y
por eso está terminantemente prohibido pasar de un lado al otro de la valla que
separa los patios.
Mientras miraba, buscaba inconscientemente ese
rostro, esa cabellera castaño claro y esos ojos verdes que siempre me sonreían
desde la ventana del instituto de al lado, y que yo pasaba horas y horas
contemplando embobada. No sabía quién era, y trataba de convencerme a mí misma
de que es un demonio, y por lo tanto debe de ser malo, y además está prohibido
que haya amor entre un ángel y un demonio, o les caerá un castigo diabólico. En
medio de mi embobamiento, oí que me llamaban:
-Diana... Diana!- era Nadia, que estaba junto
a Tina- la clase ya ha terminado, vamos al patio!
Salimos al patio, y nos encontramos con Andrea,
que enseguida se subió encima mío; Natalia, la hermana de Tina; y Jade, mi
mejor amigo, que ese día estaba trabajando en el invernadero y se había cogido
un descanso para estar con nosotros. Al parecer Sandra tenía clase de piano.
Estuvimos hablando un rato, y entonces vi algo que me llamó la atención:
detrás de la valla al otro lado del patio había dos chicos vestidos de negro y
unas chicas vestidas también de negro. Pensé que serían del instituto de al
lado, por los uniformes, y entonces reconocí a uno de los chicos: era ese chico
de la ventana de enfrente de la clase, el que siempre me miraba y me sonreía!
Me puse roja como un tomate, y traté de ocultarlo rebuscando algo en mi bolsa,
y pensé que nadie se había dado cuenta. Entonces me fijé en el otro chico,
que...
-No le conozco de nada- dije esa parte de la frase en
voz alta sin darme cuenta, pero entonces Natalia respondió:
-Se llama Carlos y va al mismo curso que
nosotros, y es uno de esos chicos que siempre se meten en líos- soltó así de
golpe. Nadia fue más rápida que nosotras en reaccionar:
-Y tú como sabes tantas cosas de él? Acaso le
conoces? O te gusta?- había dado en el clavo, y Natalia, completamente rojo,
dijo tartamudeando:
-N-no... que va... so-solo había oído su
nombre por ahí...- estaba muy nervioso.
-Ya...- dijo Nadia. Ella, Tina, y yo nos
miramos, estaba claro que Natalia nos estaba escondiendo algo, y no tardaríamos
en averiguarlo, así que decidimos quedar la tarde siguiente en secreto para
seguirle. En ese momento estabamos tan concentrada tramando un plan, y yo a la
vez mirando a ese chico guapo que no me dí cuenta de que Andrea estaba muy
ausente, y no dejaba de mirar con ojos tristes al otro lado de la valla hacia el grupito de
chicos junto a Carlos y el chico de mi ventana.
Por la tarde, cuando acabaron las clases, Tina
me cogió del brazo y me dijo:
-Diana, he visto que todos los días miras a
ese chico que hoy iba con Carlos, y supongo que te gusta, pero tengo que recordarte que es un demonio, por lo tanto seguramente será malo o te intentará engañar, y por eso no
deberías acercarte a él, además de que va contra las normas...- dijo severa.
Oh, no, me ha pillado, qué hago
ahora?- pensé.
-Pero, como las normas están para saltárselas, y al fin y al cabo soy tu mejor amiga, te voy a ayudar, así
que...
En ese momento iba a lanzarme a abrazarla,
pero paré porque aún tenía más que contarme:
-... para empezar, he pedido ayuda a mi
primo, que sabes que trabaja en el FBI celestial, para que busque quién es,
y lo ha encontrado. Se llama Bruno, tiene nuestra edad y mide 1.90, wow!! No
tiene un historial problemático, y para ser un demonio, eso es ser muy buenecito, así que creo que se podría decir
que es de fiar, y además suele frecuentar un bar llamado Black &
White, que está en la Zona Intermedia.
-La Zona Intermedia? Pero eso no es muy
peligroso?- realmente pensar en ese lugar plagado de criaturas demoníacas me
aterraba.
-Hoy por la noche iremos a ese local y podrás
conocerle- dijo Tina, haciendo caso omiso a mis cara de terror.
-Tina, te has vuelto loca? Acaso quieres que
nos maten?- ahora estaba segura de que si íbamos no podríamos regresar vivas de
ese lugar, pero si quería ver a Bruno, solo podía ir allí.
-Bueno, a ti te gusta, no? Pues vamos!- dijo
con muchos ánimos.
Total, que ya nos tenéis a Tina y a mí andando
por unas callejuelas oscuras vestidas con capuchas que nos tapasen las alas.
Sólo nos faltaba una calle para llegar al local, cuando sentí una presencia
detrás nuestro y algo enorme se me tiró encima. Era un devorador, un bicho
demonio enorme, mezcla de caimán y ciempiés gigante. Me caí al suelo y notaba
su aliento con olor a sangre en mi nuca, y su baba me caía encima empapándome
la capa, pero pesaba tanto que no podía levantarme y estaba pegada al suelo.
Mientras tanto Tina estaba intentando darle patadas al bicho para que me
saliera de encima sin mucho éxito. Yo me empezaba a ahogar por el peso del
monstruo encima mío, y el olor ácido de sus babas. Iba a comerme, y no podía
hacer nada para evitarlo.
Si por lo menos, hubiera podido conocer a Bruno...
Lo
último que vi antes de perder el conocimiento fue una potente luz violeta, mientras me un torbellino de oscuridad me absorbía por completo...