(Versión en español) Buscando mi paraíso perdido

Hola, soy Sofía, y en este blog voy a empezar a publicar las novelas que escribo, que son dos o tres. Son historias de romance y un poco de drama, donde aparece mucho el valor de la amistad, la sinceridad y la confianza en uno mismo. Espero que os gusten, y si las leéis por favor comentad, ya que acepto críticas siempre que sean constructivas y ayuden a mejorar la historia.
Las primera novela que subiré será "Buscando mi paraíso perdido", ya que es realmente a la que más cariño le tengo, a pesar de haber escrito poco aún. La historia es un poco trágica, pero muy emocionante, y espero que os guste tanto como a mi me gusta el hecho de escribirla :)


CAPÍTULO I

Finalmente el curso iba a terminar, y me esperaban 3 meses de vacaciones en Bahía Azul, ¡podría estar con Hugo otra vez! Habíamos estado hablando por chat y por teléfono durante todo el tiempo que habíamos estado sin vernos, que era casi un año, y estaba un poco preocupada porque durante el mes de Junio no me contestó a ningún mensaje ni cogía el móvil, pero pensé:
-Cálmate, Lena, y no te preocupes, seguro que se habrá quedado sin saldo, o se le habrá estropeado el móvil, recuerda que tenía uno muy viejo…
El día uno de julio, mi madre nos llevó a mi hermanastro Leo y a mí, a Bahía Azul.
-Adiós chicos, cuidaos mucho, recordad que os recogeré dentro de 2 meses. Dadle recuerdos a vuestra tía de mi parte!- dijo mientras arrancaba el coche y se alejaba.
-¡Adiós, mamá!- le dije.
-¡Adiós, Carmen!- le dijo Leo.
Le saludamos con la mano hasta que dejamos de poder ver el coche, y entonces empezamos a caminar hacia la cabaña de mi tía. Llamamos a la puerta, y nos abrió ella misma, vestida con un vestido playero de color azul turquesa demasiado escotado, que dejaba ver… bueno, casi todo, vamos.
-Oh, Helena, ¡mi niña! ¡Estás preciosa! Y Leonardo, ¡qué mayor que estás! Pasad, pasad, os estábamos esperando- nos dijo. Nos dio dos besos y nos hizo pasar al salón decorado estilo hawaiano, donde estaban mi prima Elizabeth y nuestra  mejor amiga Isi esperándonos.
-Lena! Leo!- dijeron las dos, y me abrazaron- ¿Cómo estáis? ¡Hace casi un año que no os vemos!
Después abrazaron a Leo, que se sonrojó, siempre hacía lo mismo cuando se acercaba a Elizabeth.
-Estoy bien- les dije- ¿Y vosotras, chicas?
-Muy bien- dijo Isi- A Pedro y a mí nos va genial, ¡ya llevamos 6 meses juntos!
-¡Qué bien! Y tú, Eli, ¿cómo estás?- le pregunté.
-Hay tantas cosas que queremos contarte!- me dijo eufórica- Han abierto una nueva discoteca al lado de la playa ¡¡y está siempre llena de tíos guapísimos!! Además, este verano va a celebrarse aquí el campeonato regional de volley playa, y eso significa ¡¡que vamos a ver a muchos chicos macizos!!!
Leo la miró incómodo, de verdad que esta prima mía que tengo es un poco tonta, todavía no se ha dado cuenta de que mi hermanastro está pillado por ella desde hace un montón. En ese momento decidí que durante este verano me ocuparía de juntarlos, y para eso necesitaría la ayuda de Isi.
Después de hablar todos un rato, mi tía se fue a la playa, y nosotros cuatro comimos paella.
-Por cierto, ¿sabéis algo de Hugo?- les pregunté mientras comíamos.
-Pues no, desde hace un mes que no le vemos, pero como se pasa el día haciendo escalada, submarinismo, parapente, y esas cosas que hace él, es normal no verle mucho- me respondió Eli.
-¿Por qué lo preguntas?- dijo Isi- ¿Os habéis peleado o algo?
-No, solo que hace casi un mes que no me contesta a los mensajes ni me llama- les dije.
-Bueno, seguro que habrá perdido el móvil, tal vez se le cayó mientras hacía paracaidismo, y ala, el móvil a la mie***- dijo Eli.
-¡Shht!-le hice yo- ¡No hace falta que digas esas palabrotas, mujer!
Los tres se pusieron a reír como locos, diciendo:
-Jajaja, Lena, tú siempre riñéndola por todo!!!
Después de comer, todos nos  echamos la siesta, y por la tarde Isi y Elisabeth nos dijeron:
-Lena, Leo, ¿os venís a la playa con nosotras? Hemos pensado en hacer una barbacoa con los vecinos.
-Yo me apunto- dijo Leo.
-Ehm… Bueno, yo mejor voy a ver a Hugo- les dije.
-Ok, ya nos contarás, ¿eh?- dijeron Isi y Eli.
En cuanto salí de casa, empecé a correr como una loca hacia nuestro punto de encuentro, no podía esperar a verle, le echaba tanto de menos… Llegué al banco donde siempre nos encontrábamos, y vi a un chico sentado en él. Me acerqué rápidamente, pero me di cuenta de que no era Hugo, sino Diego, su hermano mayor. Diego era un año mayor que Hugo, osea que tenía 2 años más que yo, y era muy diferente a su hermano: él tenía el pelo negro y los ojos verdes, y Hugo era rubio con ojos azules. Además, la gente siempre decía que Hugo era el hermano bueno, dulce y cariñoso, pero que en cambio Diego era más solitario, callado y frío. Me miró y dijo:
-Hola, Lena. Te estaba esperando.
-¿Dónde está Hugo?- le pregunté- Y éste es nuestro lugar de encuentro, ¿por qué estás tú aquí?
-Estoy aquí, porque me enteré de que volvías hoy, y tenía que decirte una cosa antes de que te lo cuente alguna otra persona- empezó. Parecía triste, y me empecé a asustar, pero sus siguientes palabras se quedaron grabadas en mi memoria y me marcaron para siempre...- 
Hugo murió el mes pasado.


CAPÍTULO II

Sentía que mi mundo se desmoronaba. ¿Hugo había muerto? No podía ser. Él me dijo que siempre estaría a mi lado, y nunca se alejaría de mí. No podía haber muerto así como así… Noté como me empezaba a dar vueltas la cabeza, y Diego me cogió justo antes de que cayera al suelo desmayada.
Cuando abrí los ojos, vi el cielo nocturno repleto de estrellas, parecían tan felices, brillando tan lejos en el cielo, sin tener que aguantar el sufrimiento de aquí abajo… Vi que estaba tumbada en el banco e intenté incorporarme, pero no pude, me dolía todo el cuerpo. Diego estaba sentado a mi lado, y al ver que me intentaba sentar, dijo:
-Por fin te has despertado, me asusté cuando te desmayaste de repente, suerte que te cogí a tiempo, si no te habrías hecho daño al caer.
-Dime que es mentira- le dije.
-¿Mentira? ¿El qué?- me preguntó confuso. Me levanté como pude y dije:
-Dime que Hugo no ha muerto, ¡por favor! Llevaba todo un año esperando poder verle…
De repente, él me abrazó y me dijo:
-Lo siento muchísimo, a mí también me destrozó la noticia, él era mi hermano pequeño y lo echo tanto de menos… Puedes llorar todo lo que quieras, no voy a dejarte sola.
“¿Llorar?” pensé. “Pero si no estoy llorando”, pero entonces me di cuenta de que las lágrimas hacía rato que no dejaban de caer de mis ojos, y le había dejado a Diego la camiseta mojada de lágrimas. Estuve abrazada a él durante mucho rato, y cuando me calmé, le dije:
-Lo siento, te he dejado la camiseta toda manchada…
-Da igual, de todos modos no me gustaba este color- me dijo.
-¿Y qué le pasó a Hugo?- pregunté.
Diego me contó que Hugo y él estaban haciendo escalada en el acantilado, cuando la pared de roca se desprendió y su hermano cayó al mar, desde más de 30 metros, y los equipos de rescate no habían encontrado su cuerpo, sólo su mochila, pero nos dijeron que desde esa altura no había posibilidades de que siguiera vivo, y que seguramente murió en el momento por el impacto contra el agua.
-Entonces… ¿
no sufrió?- pregunté.
-Aparte del miedo mientras caía, suponemos que no sufrió ningún dolor físico- me dijo, y yo le abracé otra vez.
-Muchas gracias por habérmelo contado, me alegro de haberme enterado por ti y no por otra persona…- le dije.
Entonces Diego me dijo:
-¿Volverás mañana? Me gustaría poder contarte todas las cosas que Hugo te hubiera contado, lo que hizo durante el curso, sus últimas aventuras haciendo vela y windsurf…
-Me encantaría- le respondí.
-Entonces, ¿nos vemos mañana a la misma hora?- me preguntó.
-Sí, vale, hasta mañana- me despedí.
Cuando llegué a casa, mi tía aún no había llegado, y mi prima, Isi y Leo me dijeron:
-¿Dónde estabas? Has tardado un montón, nos estábamos preocupando…
-Estaba con Diego- les dije.
-¿Con Diego? Pensaba que ibas a ver a Hugo- dijo Isi, extrañada.
-Veréis, es que…
Les conté lo de Hugo, y los tres se pusieron tristes, al fin y al cabo era su amigo y compañero de clase, y Leo me abrazó para consolarme, ya que al contarles todo volví a llorar.
Después nos fuimos a dormir, ya que la fiestera de mi tía no iba a volver hasta pasadas las 6 de la madrugada, pero esa noche no dejé de llorar por Hugo. No podía creer que no fuera a verle nunca más, y estuve recordando esos momentos que pasamos juntos, fui tan feliz cuando le conocí…
De repente me acordé de una cosa que había visto en una película, y me levanté de la cama. Cogí papel y un bolígrafo, y me puse a escribir:
"Ojalá pudiera regresar contigo a ese verano, tumbarnos en la arena contando las estrellas, besarnos bajo la luz de la luna…Te añoro tanto, que siento que el corazón me va a estallar de dolor, y sé que nunca podré olvidarte, y siempre te amaré."Cuando acabé, cogí un mechero y salí al jardín, y una vez allí quemé el papel dejando que el viento se llevara sus cenizas, deseando con todas mis fuerzas que mi carta llegara hasta él, y que pudiera entender cómo me siento…
Al día siguiente, fuimos los cuatro solos a la playa, ya que la tía Marta estaba aún durmiendo después de su fiesta. Jugamos con las olas, hicimos carreras, nos ahogamos los unos a los otros, y finalmente nos tumbamos en la arena agotados, y tomamos el sol. A mediodía nos comimos unos bocadillos que había preparado Eli, y por la tarde me despedí de ellos y empecé a andar hacia el lugar donde siempre me encontraba con Hugo para ir a ver a Diego. Mientras andaba, volví a recordar cómo nos conocimos Hugo y yo, un día de verano del año anterior…



CAPÍTULO III

[Recuerdos del año anterior...]

Hacía dos días que había llegado a Bahía Azul, así que decidí buscar un trabajo a tiempo parcial para poder tener un poco de dinero, ya que me quería comprar un vestido que había visto en el escaparate de una tienda. Empecé a trabajar por las mañanas de camarera en un chiringuito en la playa, y entre el calor que hacía y el estar llevando bebidas de un lado para otro toda la mañana, por la tarde no tenía fuerzas para nada y cada vez que iba a la playa con Isi, Leo y Eli, me tumbaba en la toalla y me quedaba dormida. Cuando ahorré suficiente dinero, fui a la tienda a comprarme el vestido, pero me dijeron que lo habían comprado hacía un rato. Llegué al trabajo chafada y de mal humor, y mientras trabajaba se me fue pasando el enfado, más bien me sentí triste ya que había trabajado mucho para poder comprar ese vestido. Cuando quedaban unos diez minutos para que se acabase mi turno,  se sentaron en una mesa del chiringuito dos chicos muy guapos, uno rubio y el otro moreno, que se parecían mucho, y pensé que serían hermanos. El chico rubio iba sin camiseta, y me fijé que tenía un cuerpo que haría que cualquier chica cayera a sus pies, pero a mí no me hizo ningún efecto- bueno, tal vez un poco-. Les anoté el pedido sin dejar de mirar sus abdominales perfectamente marcados, sus brazos torneados, su piel perfectamente bronceada por el sol…-bueno, tal vez se me cayera un poco la baba, pero creo que no se dieron cuenta-. Cuando les llevaba sus bebidas, de repente tropecé por culpa de una bola de grasa vieja -dígase un señor mayor- que puso su bolsa en el suelo justo en el sitio donde yo tenía que pasar, y por esas malditas casualidades de la vida, las bebidas se me cayeron, pero no al suelo, sino encima de mí, y acabé empapada y en el suelo. Dios mío, ¡qué vergüenza! Los dos chicos se me habían quedado mirando, y lo único que podía pensar en ese momento era: Tierra, por favor, ¡¡¡trágame!!!
En ese momento me entraron ganas de llorar: estaba de rodillas en el suelo y me dolía todo, además de estar empapada de cerveza y zumo de mango, y los dos chicos me miraban sorprendidos. Entonces el chico rubio se acercó a mí y me dio la mano para ayudarme. Yo me levanté, muerta de vergüenza, y le di las gracias. Entonces el chico dijo:
-Oh, pobrecilla, estás empapada. Espera, ¡ya sé! Ven conmigo un momento.
Cogió una bolsa que tenía sobre la silla, y me llevó cogida de la mano hasta esas cabañas de la playa que sirven para cambiarse. Yo no me di cuenta hasta que se paró delante de una, y pensé:
-¡Dios mío! ¿Qué querrá hacer?
Si hubiera estado en condiciones normales, me habría soltado de su mano y habría escapado corriendo, pero ese chico me había hechizado con sus ojos azules y su pelo rubio que le brillaba bajo el sol. Él me dio la bolsa y dijo:
-Ten, es un vestido que había comprado para mi prima segunda, pero quédatelo, tú lo necesitas más que ella.
Yo estaba alucinando, ¿cómo podía ser tan amable? Entré en el vestidor y abrí la bolsa, y, ¿adivináis lo que había dentro? El vestido que tanto había deseado comprarme, que me dijeron en la tienda que se había agotado esa misma mañana. Me lo puse, y ¡me quedaba perfecto! Salí de la cabaña y él me miró y se sonrojó. Me dijo:
-Estás preciosa.
Yo también me sonrojé, y le di las gracias otra vez.
-De nada- me respondió- Por cierto, me llamo Hugo, ¿y tú?
-Me llamo Helena, pero prefiero que me llamen Lena- le contesté, y él me sonrió. Después me acompañó hasta el bar, donde me presentó al chico de su lado, que al parecer era su hermano mayor, y se llamaba Diego. Antes de despedirnos, Hugo me dio su móvil y yo le di el mío. A partir de entonces nos llamábamos con frecuencia, y quedábamos mucho para ir a la playa, y poco a poco nos fuimos enamoramorando. Cuando quedaba sólo una semana de vacaciones, Hugo me pidió salir y yo acepté encantada, y durante el invierno hablábamos por chat y él me llamaba casi cada tarde, y nos quedábamos hablando hasta las 4 o las 5 de la madrugada. Yo estaba realmente enamorada de él, y esperaba su llamada durante todo el día. Meses después, cuando dejó de llamarme, me preocupé bastante, y pensé que su móvil estaría roto, pero seguí queriéndole y teniendo esperanzas de verlo pronto. La verdad, nunca me hubiese imaginado que él estaba muerto, y cada vez que lo pienso, aún me cuesta creerlo, y espero que todo esto sólo sea una pesadilla de la que pronto pueda despertar.

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